Atascos, jornada partida, aglomeraciones, la vuelta al colegio… en definitiva, el verano se ha acabado. Tras unas merecidas vacaciones empieza la rutina que, en ocasiones, es sinónimo de estrés, lo que afecta directamente a la vida sexual. Boston Medical Group, empresa líder mundial en salud sexual masculina, da las claves para combatir la tensión.
Septiembre y estrés son dos conceptos que van de la mano. Las necesidades diarias, como ajustar horarios, las facturas que pagar o cómo organizarse para determinadas funciones, tienen consecuencias físicas, mentales y, cómo no, también en el plano sexual.
Sin embargo, aunque la angustia por la vuelta a la realidad tiene incidencia en cualquier ámbito de la vida, como el laboral o personal, los hombres no se percatan de sus efectos negativos en la cama hasta que los niveles de la libido no han caído drásticamente.
Cuando un cuerpo está estresado, comienza a generar más cortisol en la sangre (conocida como la ‘hormona del estrés’) que ayuda al organismo a producir energía y, de esta forma, apoya al ser humano a afrontar los problemas que le preocupan. Pero si estas situaciones no son resueltas y el cortisol sigue aumentando por meses o años, se pueden producir daños en el organismo que afectan directamente a las funciones vitales, entre ellas la función sexual, manifestándose en trastornos.
De hecho, según la empresa líder mundial en salud sexual masculina Boston Medical Group, de los 3.743 pacientes atendidos por Disfunción Eréctil en sus centros entre 2017 y 2018, el 23% sufrían de estrés, un síndrome que estaba presente en el 15% de los de 1.498 hombres que acudieron a consulta por Eyaculación Precoz durante el mismo periodo.
A grandes males, grandes remedios
Sin una vida sexual saludable el camino a la felicidad es más complicado. Aunque estas disfunciones existen y son más habituales de los creemos, existen soluciones para recuperar el placer íntimo. Boston Medical Group ofrece una serie de consejos para que el estrés no se convierta en un peligroso círculo vicioso:
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- Apoyarse en la pareja: Si el sexo se practica con alguien de confianza hay que hablarlo con la otra persona para liberar las tensiones y afrontar juntos el problema. Incluso si son relaciones esporádicas es recomendable compartir las preocupaciones.
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- Hacer deporte: El ejercicio físico no solo ayuda a mantener una buena salud y a prevenir enfermedades, sino que mejora la potencia sexual. Correr, natación, ciclismo o tenis son algunos de las disciplinas que más ayudan a los hombres a recuperar el apetito sexual, ya que se mantienen los niveles apropiados de endorfinas y testosterona.
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- Comer sano: La alimentación también influye en la salud sexual. Aquellos que contienen Omega 3, como las nueces, el aceite de oliva o el atún, generan dopamina en nuestro cerebro y, por lo tanto, favorecen el deseo sexual. Además, los productos ricos en proteínas, como la carne o los frutos secos, aumentan los niveles de testosterona.
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- Aprender técnicas de relajación: Hay que darse tiempo a uno mismo. Y aunque no se esté acostumbrado, siempre es bueno adentrarse en métodos en el que lo más importante es uno mismo, como la respiración profunda, meditación o estiramiento.
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- Cuidado con las medicinas: Aunque pueda parecer el remedio más eficaz, al final es contraproducente. Al menos el 50% de los pacientes que toman antidepresivos han sufrido disfunciones sexuales, como falta de apetito sexual, Disfunción Eréctil o retraso del orgasmo.
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- No tener relaciones sexuales por obligación: Forzar las relaciones sexuales cuando uno siente ansiedad suele acabar en fracaso. Es mejor centrarse en los preliminares, disfrutar de los besos y las caricias antes de dejar la mente libre.
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- Acudir a un experto: Para recuperar la vida sexual es asumir que se tiene un problema. Por eso, en cuanto se hacen evidentes los primeros síntomas es fundamental ponerse en manos de un especialista. A día de hoy existen diversas opciones de tratamiento con altos índices de éxito en la recuperación de la calidad de vida de los pacientes.
Según el doctor Benítez, director médico de la empresa líder mundial en salud sexual masculina Boston Medical, “una de las manifestaciones más habituales del estrés son las disfunciones sexuales. Confiar en el sexo como antídoto contra las preocupaciones cotidianas no es la solución, ya que estas expectativas desembocan en fracaso”.
En ese sentido, “la depresión o la ansiedad, síntomas propios del estrés, son un obstáculo para aumentar la libido. La manera más eficaz de atajar el problema es tratarlo abiertamente con expertos en salud sexual”.